Quedarse en la ciudad
Quedarme en la ciudad con Carlos y no huir fue la decisión que tome, al principio todo era maravilloso, compartíamos, jugábamos, salíamos, disfrutábamos al máximo, sin embargo no era fácil soportar el rechazo hacia nosotros por parte de la sociedad, habían muchos homofóbicos que nos insultaban y a veces intentaban agredirnos, pero no me importaba ya que el amor que tenía por Carlos era muy grande.
Mis padres aun trataban de hacernos daño, trataron de hacernos la vida imposible, no nos soportaban. Y aunque el contacto y los lazos estuvieran rotos, pero por dentro me dolía, los extrañaba demasiado sobre todo a mi mama quien siempre me llama al celular para preguntarme como estaba pero después de eso nunca más lo volvió hacer.
Mi esposa Samanta a quien deje por irme a vivir con Carlos trataba de buscarme por cielo y tierra, preocupada por mi salud mental, pues en realidad ella pensaba que el homosexualismo era una enfermedad grave, sin embargo yo no le contestaba los mensajes que me dejaba al whatsapp, ni mucho menos las llamadas al celular. No necesitaba esas energías en mi vida.
Pasaron meses de que Carlos y yo no fuéramos a vivir en un apartamento de la ciudad, al principio todo era felicidad pero poco a poco las cosas fueron cambiando, yo no empezaba a soportar los insultos que recibía en la calle por parte de las personas por ser gay y claro llegaba en las noches con rabia y me desquitaba discutiendo con Carlos, quien también se empezaba a estresar por la situación, las peleas entre él y yo aumentaban día tras día, al tal punto de que yo salía del trabajo en las noches y en vez de irme para el apartamento me dirigía a tomar cerveza en un bar del centro de la ciudad para no tener que verle la cara a Carlos, ya me empezaba a fastidiar su presencia.
A veces me preguntaba si de verdad valía la pena construir una vida al lado de Carlos, poco a poco empezaba a sentir que él se estaba aburriendo de la situación, así que para tratar de mejorar las cosas lo invite a una discoteca para parejas del mismo sexo y de esa manera no sentirnos discriminados por nadie, pero ese día fue de lo peor, cuando llegamos a la discoteca yo empecé a beber tequila en tequila al punto de emborracharme y mientras que Carlos me regañaba, yo de la rabia empecé a decir lo que sentía por dentro y le dije que me arrepentía de ser gay, Carlos me miro con rabia, desprecio, dejándome después tirado en la discoteca.
Al día siguiente llegue enguayabado al apartamento y Carlos no estaba, me senté en el comedor y había una carta escrita por él donde me decía que estaba cansado de nuestra situación y que si realmente a mí ya no me gustaba ser gay que lo dejara en paz. Me sentí muy mal cuando leí eso, todo se había acabado y era por culpa de la maldita sociedad incluso de mi familia, no dejo de lado que a Carlos y a mí nos faltó fortaleza.
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